Manuela Ribadeneira interpela a la historia en la Bienal
- Diario El Comercio / Ecuador
- 26 nov 2018
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Una veintena de caparazones de tortugas gigantes reproducidos en cartón pueblan el piso de la sala del Museomático de Cuenca, la mayoría de los caparazones vacíos están vueltos hacia arriba.
La serie es parte de la obra ‘Las encantadas’, una de las piezas de la exposición ‘Sobre la dirección en la que sopla el viento’, de la artista ecuatoriana Manuela Ribadeneira, una de las muestras paralelas de la XIV Bienal de Cuenca.
Los caparazones conectan con los intereses de los que partió la artista para crear las obras de la muestra y que tienen como hilo conductor: la historia de Manuel J. Cobos, un hacendado devenido en tirano en las Galápagos de la segunda mitad del siglo XIX; el clima de indefinición y de polarización política actual, y los excesos de la Revolución Francesa como un paralelo con el socialismo del siglo XXI en Ecuador.
La relación con las islas Galápagos está apuntalada por la fascinación de Ribadeneira por la obra del escritor estadounidense Herman Melville. De hecho parte de algunos de sus relatos menos conocidos para obras como la de los caparazones. Los “entes muertos” de la exposición son una referencia a los envases de cartón (Tetra Pak) porque las tortugas eran almacenadas vivas en las cubiertas de los barcos, dadas la vuelta, una encima de otra, como una fuente de alimento y aceite para los navegantes.
Ribadeneira dice que en las Galápagos escuchó a un panguero que conversaba con un amigo decir que el Ecuador era como una tortuga patas arriba, en referencia al gobierno del expresidente Rafael Correa.
“Esa imagen me persiguió, la idea de que el país no estaba muerto, pero sí absolutamente inmovilizado, paralizado, que alguien le había cogido y le había dado la vuelta y solo le había dejado en una posición de sobrevivir, porque las tortugas no se mueren sino después de un año de estar así, sin agua y sin comida”, refiere.
En ‘La culpa es tuya’ (2018) dedos índices acusadores de bronce se señalan unos a otros en un círculo vicioso.
Las plumas y veletas de la instalación ‘Sobre la dirección en la que sopla el viento’ son susceptibles a oscilación ante el movimiento en la sala.
Según apunta Rodolfo Kronfle, curador de la muestra, parecen “no solo referir a los caprichosos e impredecibles vientos políticos sino también a nuestra condición de seres frágiles arrojados al interior de circunstancias que no podemos controlar”.
La frase “No recojas a este hombre porque es veinte veces un criminal”, una proyección de luz sobre un muro con una rama de árbol y una tela negra, hace referencia al perfil del tirano de hacienda de Manuel J. Cobos, cañicultor que en el siglo XIX fundó en la isla San Cristóbal una hacienda llamada irónicamente ‘El Progreso’.
Al controlar el único barco que daba acceso al agua dulce y a la comida creó un sistema cercano a la esclavitud. Los trabajadores que se sublevaban ante esas condiciones eran abandonados, sin agua ni comida, en islas e islotes desiertos.
Cobos ponía letreros visibles para los barcos, en lugares inalcanzables para los castigados, con la frase proyectada en uno de los muros del Museomático.
La obra que Ribadeneira presenta dentro de la muestra oficial de la Bienal, que obtuvo una de las menciones de honor del jurado internacional, parte de esa misma historia.
Se trata del cuento sobre un personaje revolucionario que se convierte en cacique tirano, se declara amo y ser supremo de todos aquellos que le habían seguido a la isla, incluida una manada de feroces perros que usa como guardia personal –según la variación de la historia que Melville recoge en su libro, ‘Las Encantadas’.
El proyecto, que se titula ‘El rey perro’, es un espacio desde el que se puede contar ese cuento. Es una tarima convertible en maleta, que contiene los cuentos impresos, como una invitación a leer la historia de ignominia desde el doble escalón de la pequeña tarima.
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