Luz ecológica para Itabaca
- Diario El Universo / Ecuador
- 3 feb 2019
- 2 Min. de lectura

Paula Tagle
nalutagle@yahoo.com
Ney Caisaguano Freire es un joven galapagueño que quiso hacer la diferencia para la isla donde nació. Sin ningún alarde y sin apoyo de nadie, llevó la luz al canal de Itabaca, con su propio presupuesto, ayudando de esta manera a operadores turísticos, pescadores, personal administrativo y, sobre todo, a la seguridad para la vida en el mar.
Ney estudia la carrera de Ingeniería Ambiental y Manejo de Riesgos Naturales en la Universidad UTE, sede Santo Domingo de los Tsáchilas, y eligió para su grado un proyecto útil para los seres humanos y las especies: ‘Implementación de módulos fotovoltaicos (paneles solares) como energía alternativa en alumbrado para el canal Itabaca’.
Este es el punto de acceso a Puerto Ayora desde el aeropuerto de Baltra. Por Itabaca cruzan los empleados del aeropuerto, de aerolíneas, del Parque Nacional, de la Policía, que día a día deben viajar desde sus hogares en Puerto Ayora hasta el canal, para alcanzar el ferri a Baltra y acceder al aeropuerto. Esto suma un aproximado de ochocientas personas diariamente, entre visitantes y locales.
Si bien el movimiento ocurre en su mayoría durante el día, incluso en la noche hay actividad. Recuerdo la ocasión en que evacuamos un enfermo de emergencia. Lo llevamos en Zodiac hasta Itabaca, donde lo esperaba la ambulancia del hospital de Puerto Ayora, y la operación se llevó a cabo con linternas manuales, lo que fue de alto riesgo.
“Yo nací en un lugar donde se quiere mucho la fauna y flora. Entonces escogí un tema relacionado con energías renovables. Pensé en los dos muelles, pero después me di cuenta de que el costo de inversión saldría muy alto. Para poner luz en el canal tocaba extender una red eléctrica de kilómetros, algo muy costoso, y había que despejar áreas naturales solo para un cable. En cambio, este alumbrado que puse no genera emisiones a la atmósfera, es un proyecto sustentable”.
Ney contemplaba estos objetivos: elaborar un modelo de conexión de los componentes del sistema fotovoltaico, cuantificar la cantidad de emisiones al medioambiente con el reemplazo de los módulos fotovoltaicos, estimar costos y establecer un manual de mantenimiento.
Encontró proveedores de paneles solares y baterías en la empresa Proviento, hizo los cálculos, determinó las horas luz y con esto la factibilidad del proyecto. Así, desde noviembre Itabaca cuenta con once horas de alumbrado diario, con cuatro focos y cuatro reflectores led. Un temporizador controla el tiempo de encendido y apagado.
Ney estima que la vida útil será de doce años dando el respectivo mantenimiento a los equipos. Y me pregunto: ¿Tendrá Ney también que solventar esos gastos? ¿A cargo de qué institución o municipios están los muelles? “El sistema fotovoltaico constituye un logro energético y ambiental que beneficia a comerciantes, turistas y propios del lugar. Además se reduce en aproximadamente 0,1 tonelada la producción de dióxido de carbono semestralmente (en el caso de que se obtuviera a través de la planta de generación térmica de Puerto Ayora) y se contribuye al cuidado de la salud de la flora y fauna del lugar”.
Si hubiera un premio a la iniciativa de los jóvenes galapagueños por contribuir al medioambiente y a la sociedad, yo postularía sin ninguna duda a Ney.
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